"Si llegare algún monje peregrino de lugares distantes, con deseos de vivir como huésped en este monasterios, y se amoldara a las costumbres que aquí encontrare, sin alterar por su prodigalidad la paz del monasterio y dándose por satisfecho con lo que éste le brinde, podrá quedarse aquí todo el tiempo que desee. Si, por otra parte, hallase en algo algún defecto, y lo hiciera notar razonablemente, con humildad y caridad, el Abad discutirá su queja prudentemente, no sea que Dios haya enviado al peregrino justamente para tal objeto. Pero, si se mostrara murmurados y contumaz durante su permanencia como huésped, se le dirá honradamente que debe partir. Si no se fuere, que dos monjes fornidos, en nombre de Dios se lo expliquen mejor"
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