El niño despertó como todos los días. La lluvia caía y despertaba una aroma que a él le agradaba. Su rutina era la de seimpre. Esas costumbres diarías eran una forma de educarlo. En el orden y la disciplina. El no entendía completamente todos esos rituales, pero obedecía. Miraba a su alrededor y notaba que cada persona a sus alrededor seguia un ritual, una rutina... Cuando los observaba, se preguntaba....¿A donde nos lleva el orden y la dispcilina de nuestros actos?
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