YAMAGUCHI SHIHAN

"Yamaguchi Shihan valoraba a la gente que tenía una propia opinión y que eran capaces de sustentarlas. Nunca se inclinó en la autoridad de Osensei. El decía “Osensei es Osensei y mi nombre es Yamaguchi”, esto no significaba que no valorara a su propio maestro, por el contrario, sentía que uno debía asumir la responsabilidad de sus propios actos, por lo cual ésta luego pasa a otros. Apoyarse constantemente en la autoridad del maestro de uno, era visto por él como una falta de madurez, ya que si alguien quiere enseñar a otros, entonces uno primero debe crecer, para dar entonces ese conocimiento y la habilidad que ha recibido a las próximas generaciones. Uno debe saber como “escapar” de debajo del cuidado del maestro, para ver con ojo critico lo que ha aprendido, la técnica de Sensei Yamaguchi no es transferible, fue dada exclusivamente a él, pero que le permitió construir algo propio. Cada uno es diferente y cada uno practica aikido en su propia manera. Para hacer esto, sin embargo, se debe tener una guía, Sensei Yamaguchi fue un guía. El no quiso tener imitadores, pero si sucesores que siguieran su propio camino. La relación entre maestro y estudiante es algo especial, basada en una profunda confianza.

El trataba al aikido de manera extremadamente seria. A una de sus sesiones de entrenamiento para personas de al menos 4to dan, luego de un par de sesiones exhaustivas, les preguntó a los participantes que era el aikido, varias respuestas les fueron dadas: la filosofía de la vida, el arte del movimiento, el camino de resolver conflictos, el arte de luchar o aun el camino del auto desarrollo. Yamaguchi declaró; “Aikido es trabajo duro”!. En cada respuesta había una porción de la verdad, pero sensei quería hacer énfasis en que la única manera de buscar la verdad era en el entrenamiento intensivo. Aikido es el lenguaje del cuerpo, y no puede ser entendido teóricamente, la conversación es importante, pero el trabajo es lo más importante. Y sin embargo no depende completamente del esfuerzo, el asunto no es solo terminar cansado, pero también, y quizá lo primero de todo, es siempre estar listo para aceptar algo nuevo. Una concentración constante es necesaria, no para repetir viejos movimientos, sino para aprender nuevos. Usualmente no escuchamos lo que el maestro dice y no vemos lo que está siendo mostrado. Basta con que escuchemos algunas bien frases conocidas que nos atrapen y al resto lo adaptamos a lo que ya aprendimos anteriormente. Nosotros descansamos sobre nuestros viejos hábitos. Sensei Yamaguchi luchaba contra este tipo de actitudes las cuales eran comunes entre aikidokas. El demandaba atención diligente y constantemente repetía que el ejercicio “debía tener el espíritu de principiante”, siempre percibía la falta de concentración de sus estudiantes.
El lugar mas importante, aparte del Hombu Dojo donde Sensei Yamaguchi enseñaba, era el Zoshukan en Shibuya, Tokyo. Fue hecho para el Kendo, por lo que no había tatami, sólo los mas importantes estudiantes practicaban allí. La falta de tatami significaba que durante la práctica de las caídas era necesario mantener una completa concentración. Sin perjuicio de esto, las técnicas eran hechas con total velocidad, sólo había falta de aceleración en las proyecciones. Esto le permitía al Uke de tomar la acción de detenerse en el ultimo momento y completar una caída de manera usual. Esta manera de trabajar significaba que cada momento de acción era esencial, la concentración no podía ser perdida ni siquiera por un momento. El trabajo duro hecho en común genera lazos profundos.
Su aikido, aunque fugaz, tuvo una gran influencia en muchos maestros destacables del presente, y en la imagen actual del arte marcial. El fue uno de los pilares del aikido moderno, aunque no fuera universalmente reconocido así. Sus logros son considerablemente más grandes que su popularidad. Aunque no conozcamos al autor, a menudo nos familiaricemos con él a través de su obra y, finalmente, si sus técnicas parecieran imposibles de ser transmitidas a otro…porque no murieron con él? Porque dejaron una marca permanente en aquellos quienes fueron lo suficientemente afortunados como para entrar en contacto con su arte.".

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