El tiempo avanzaba y Sumioto crecía. Cometía errrores y aciertos. Experimentaba alegrias y tristezas. Todos sentimientos que iba conociendo y tratando de entenderlos, de comprenderlos. De a poco algunos de esos sentimientos formarian parte de su persona. Lo definirán como persona.
Ahora sigue siendo un niño. Que juega y aprende. Que es reprendido cuando se equivoca, pero siempre en esa reprimenda hay algo de cariño, de amor. Y Sumioto se pregunta:
¿Que sentimientos debo tener para ser una buena persona cuando sea grande?
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